Mientras la antigua catedral se había quedado pequeña y se encontraba en estado semiruinoso, en Siena y Pisa se estaban construyendo nuevos y flamantes edificios; por lo que la ciudad se lanzó a una competición de prestigio derribando la antigua y edificando una nueva, más grande y en el moderno estilo gótico/renacentista.
Encargada a Arnolfo di Cambio en 1.296, como sucede con este tipo de edificios, sus distintas partes fueron pasando de mano en mano hasta poder considerarse terminada a mediados del siglo XV, aunque posteriormente seguiría sufriendo algunas modificaciones.
Arnolfo di Cambio (o Arnolfo di Lapo, como le llama Vasari en su libro Vida de los setenta pintores, escultores y arquitectos más eminentes) había sido escogido para esta misión porque anteriormente había construido otros edificios en la ciudad, y habían quedado tan contentos con el resultado que le nombraron ciudadano honorario.
Fachada principal del Duomo |
Arnolfo tenía en mente un edificio de tal grandeza, que invirtió mucho tiempo en crearle unos cimientos a su medida; no solo colocando grandes piedras en ellos, sino también excavando una serie de pozos subterráneos a intervalos regulares que disiparan los gases del interior de la tierra para evitar los terremotos; aunque esto último podría ser una leyenda posterior.
La elección de los materiales tampoco fue casual, ya que en el exterior se utilizaron tres tipos de mármoles: el blanco de Carrara, el verde de Prato y el rojo de Siena; alegoría de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad respectivamente.
Tras la muerte de Arnolfo en 1.302 los trabajos llegaron a suspenderse; hasta que unos treinta años después el gremio de los mercaderes de lana patrocinó su continuación, nombrando maestro de obras al renombrado Giotto, con la ayuda de Andrea Pisano. Entre ambos artistas construyeron el campanario, desde donde pueden sacarse unas fotos fantásticas, aunque este también hubo de interrumpirse por culpa de una epidemia: la peste negra.
Tras varios arquitectos que continuaron el proyecto, solo quedó pendiente la cúpula.
Había una cúpula provisional de madera, y se celebró un concurso para juzgar el mejor proyecto, ya que el espacio a cubrir era enorme y suponía un desafío completamente nuevo. Como hoy sabemos, ganó Filippo Brunelleschi, con un proyecto de doble cúpula; una interior más pequeña que sostendría a una exterior más grandiosa, ambas perfectamente adaptadas a sus respectivos espacios.
Brunelleschi tuvo que diseñar las máquinas y las técnicas para su construcción, en la que invirtió 16 años, terminándola en 1.436 (aunque la linterna se finalizaría años más tarde).
El interior de la cúpula fue pintada con una representación del Juicio Final.
Curiosamente, la fachada no adquirió su aspecto actual hasta 1.887, lo que se hizo en estilo neogótico respetando la armonía general.
El baptisterio bajo una intensa nevada. Posiblemente la única manera de ver las Puertas del Paraíso sin turistas |
Puertas del Paraíso |
El techo tiene en su interior un fantástico mosaico de influencia bizantina con diversas escenas de la Biblia.
Interior del techo del baptisterio |
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