Si la ubicación geográfica de Armenia le ha permitido recibir tanto la riqueza cultural de oriente como la de occidente, también ha sido una maldición para su estabilidad. Paso natural de invasores que solo se dedicaban al saqueo y frontera de vecinos poderosos, llegó a una de sus situaciones más delicadas al convertirse en estado tapón entre el imperio romano y el de los partos. Cuando Roma tenía problemas internos o en otras fronteras, Parthia aprovechaba para apropiarse de Armenia, y viceversa. Los reyes armenios, títeres de uno y otro, debieron dedicarse al delicado juego de las alianzas y el sometimiento. Fruto de esta época es el templo romano de Garní.
Templo de Garní |
El templo de Garní fue edificado en la fortaleza del mismo nombre (de la que apenas queda nada por haber sido destruida multitud de veces) y financiado por el emperador Nerón. Fue dedicado al dios sol Mitra, dios romano y persa al mismo tiempo, con lo que se aseguraban de contentar a ambos bandos y de que ninguno de ellos lo destruyera.
Valle del río Azat |
Garní es una zona volcánica con montañas de basalto de espectaculares columnas de cientos de metros. La lástima es que no hay un acceso desde el templo, por lo que no pudimos bajar a verlas. Para poder visitarlas hay que realizar una ruta de senderismo de cuatro horas por el río Azat.
Columnas de basalto |
Haciendo el lavash
El tradicional pan ácimo, el lavash, se elabora en hornos subterráneos alimentados por madera. Se rellenan con queso, hierbas, rábanos o lo que uno quiera y se toman como entrantes. Al ser un pan ácimo (sin levadura) se conserva durante meses, aunque antes de comerlo lo rehidratan un poco.
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