Sardes, a unos 150 km al este de
Esmirna, fue una gran ciudad durante 1.500 años, entre los siglos VII a.C. y el VII
AD. La perenne fuente de agua del río Pactolo, el refugio de la acrópolis, el
corredor natural del río Hermo que enlaza la costa del Egeo con la Anatolia
central, la fertilidad de su valle, los pastos de alta montaña y los recursos
minerales, contribuyeron al crecimiento y prosperidad de los Lidios, un pueblo
de Anatolia que se distinguía por su lengua y tradiciones culturales. Sus legendarios
reyes Gyges, Alyattes y Creso eran fabulosamente ricos, y crearon un poderoso imperio entre los siglos VII y
VI a.C. que incluía la mayor parte del oeste de Turquía hasta el río Halys
(actual Kizilirmak).
Cuando Anatolia fue conquistada por los persas a mediados del siglo VI a.C., Sardes se convirtió en la capital de la satrapía (provincia). Tras la conquista de
Alejandro Magno en 334 a.C.,se helenizó; y en tiempos romanos, del siglo I a.C. al
IV AD, fue una metrópolis greco-romana con instalaciones para el ocio como
baños públicos, teatro y estadio. Muchos de sus más prominentes restos datan de
esta era. Progresivamente el asentamiento disminuyó en tamaño y población, y en
el siglo XVIII estaba reducida a una o dos aldeas.
Esta ciudad esta asociada con numerosas leyendas y hechos históricos.
Aquí fue derrotado el rey Creso de Lidia, el hombre más rico de la antigüedad, por el rey Ciro, el que convertiría a Persia en un imperio. Este relato puede leerse en las Historias de Herodoto.
Sardes fue la población de la que salieron las tropas del persa Ciro "el joven" en su intento de golpe de estado contra su hermano el rey (esta historia es posterior a la del otro Ciro). En su periplo iba acompañado por un grupo de más de 10.000 mercenarios griegos que, tras la muerte de Ciro, tuvieron que atravesar miles de kilómetros a través de territorio enemigo para llegar a su hogar, en una de las gestas más épicas de la historia de la humanidad, y que uno de ellos, llamado Jenofonte, escribió en su libro Anábasis.
Termas de Sardes |
El baño era una parte importante de la tradición
social romana, difundida por todo el imperio. Esta tradición acentuaba los
beneficios del ocio, y combinaba el placer del baño de agua templada y fría,
con la conversación, el ejercicio y los pasatiempos intelectuales (como la lectura
y la recitación). Los edificios de baño romanos son la manifestación física de
la tradición. Este complejo en Sardes cubre unos 23.000 metros cuadrados. Esta
columnata era utilizada para ceremonias especiales.
Termas de Sardes |
Una de las salas de las termas. Esta con una gran piscina en el centro. |
Este espacio, originalmente rodeado de galerías de columnas, es la palestra para los ejercicios físicos, que formaba parte de los baños. |
Vía romana |
Este corto segmento de vía romana pertenece a una
secuencia de carreteras este-oeste que a lo largo de 2.500 años se
estratificaron una sobre otra. La avenida romana era la más monumental de estas
vías. Con 18,5 m de ancho, fue pavimentada con bloques de mármol y flanqueada
con pórticos cubiertos que tenían mosaicos de colores en el suelo.
Sinagoga |
La monumental sinagoga era el centro de la vida
religiosa judía en Sardes durante el periodo romano tardío. La foto superior corresponde al patio de acceso, que estaba techado en sus lados pero abierto en
el centro. Tras él está el salón principal de asambleas (foto inferior) de 50 metros de largo y
suficientemente grande como para alojar a unas mil personas. Soportes de piedra
sostenían el techo de la sala a unos 14 metros del suelo.
Sinagoga |
Templo de Artemisa |
El templo de Artemisa. Comenzó a ser edificado en
la época helenística, pero nunca lo terminaron. Además, en época romana le
realizaron varias modificaciones para dedicarlo también a Zeus y a la familia
imperial.
Río Pactolo |
Ese escuálido y sucio arroyo que se ve en la foto superior es al que antes llamaban
río Pactolo; y su papel en el desarrollo de la civilización es mucho más
impresionante que su aspecto. Esta corriente no solo proveía de agua a la
ciudad, sino que le aportó algo que sigue teniendo consecuencias en la
actualidad; para explicarlo voy a contar un cuento… el rey frigio Midas (esta
zona formaba parte del reino de Frigia en aquella época) le pidió al dios
Dioniso poder convertir en oro todo cuanto tocara como pago por un favor (si
queréis conocer el favor, consultad la Wikipedia, que si no el relato se hace muy
largo). Con su nuevo don, Midas se divirtió al principio, hasta que se dio
cuenta de que no podía beber ni comer, pues absolutamente todo se convertía en
oro. Entonces Midas pidió a Dionisos que le liberase de esta maldición. La
contestación fue: “báñate en el río Pactolo”. Y así lo hizo. Se dice que desde
entonces las arenas de este río son de oro.
La realidad es menos poética. El río Pactolo desciende del monte Tmolo,
que es un monte aurífero, por lo que sus aguas arrastran pepitas de oro. Este
oro, y el nutrido comercio, probablemente estimuló a los reyes lidios a
inventar un sistema más ágil de intercambio y que a la vez les diera prestigio:
la moneda. Y es que en Sardes es donde la moneda apareció por primera vez en el
mundo en el siglo VII a.C.
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