Con sus antecedentes históricos y su ubicación a orillas de un gran lago entre montañas, en la distancia la ciudad parece un joya; solo que cuando te acercas se queda en bisutería. |
Aunque
actualmente se llama Iznik, este pueblo es
más conocido en Europa por su antiguo nombre: Nicea.
Cuando en el
siglo XIII, durante la cuarta cruzada, los ejércitos europeos llegaron a
Constantinopla, sobornados por los venecianos que tenían intereses
comerciales, conquistaron y saquearon
la ciudad. El emperador bizantino trasladó la capital a Nicea. Durante
cincuenta años esta ciudad cumplió dicho papel, hasta la recuperación de
Constantinopla con ayuda de los genoveses (que también tenían sus intereses
comerciales opuestos a los de los venecianos); y durante ese tiempo la ciudad
se benefició de nuevas construcciones.
Nicea se hizo
especialmente famosa gracias al Primer Concilio Ecuménico del siglo IV, convocado
por el emperador Constantino para establecer la paz religiosa y unir a la
iglesia cristiana con el fin último de asegurar la estabilidad del trono.
Cuando los
turcos conquistaron la ciudad, le cambiaron el nombre. En el mundo oriental es
más conocida por ser el lugar donde se fabricaban los azulejos que decoraron
todas las mezquitas de una época (como la Mezquita Azul de Estambul).
El pueblo, porque no llega a ser ciudad, tiene un paseo lacustre que no es que sea feo, pero es que tampoco tiene ningún encanto, ya que no se le ha sabido sacar partido. |
Una de las puertas de Nicea. Las cuatro vienen a ser muy parecidas. |
Para finalizar, algunas fotos de casas y calles de Iznik. No todas las casas
están tan ruinosas como estas y, para ser justos, la localidad se ve bastante limpia. Sin
embargo actualmente no merece la pena de visitar. Habría que esperar algunos años y un buen alcalde para darles tiempo a restaurar toda la población, que tiene muy buena base para convertirse en la joya que debería ser.
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