Conduciendo por la zona de Sart, empezamos a ver motos con una especie de sidecar (por llamarlo de alguna manera), supongo que de fabricación artesanal. Lo más probable es que lo idease algún mecánico de taller, la idea tuviese éxito entre los lugareños y se extendiera (son suposiciones mías, ya que no pudimos preguntar). Por supuesto no tiene asiento ni nada, es una especie de remolque lateral. En esto transportan todo tipo de objetos, pero lo más gracioso es que a las señoras también las suben ahí, aunque no pillamos a ninguna de frente para verle la cara de terror.
Esta de la derecha es una olla a presión que encontramos en un escaparate paseando por la ciudad de Milas, en el suroeste de Anatolia. Nos llamó mucho la atención por que tiene un sistema de cierre que no habíamos visto nunca.
Los escaparates de las pastelerías son una verdadera explosión de color; tanto que te hace dudar de sin los dulces serán radioactivos. Además los pasteles se ven lo suficientemente grandes y densos como para alimentar con uno de ellos a todos los niños de Turquía. Lo que es indiscutible es que es una buena manera de llamar la atención.
La pizza turca. Deliciosa. Hay que reconocer que en Turquía se come bastante bien; al menos para los parámetros mediterráneos.
Panales de abeja en un escaparate de Estambul.
No es algo que se vea comúnmente en mi ciudad.
Los caramelos de Manisa
Manisa es una ciudad al Oeste de Anatolia que la mayoría de los turistas europeos no habrán oído nombrar. Sus raíces se remontan, al menos, a la época clásica cuando se llamaba Magnesia, en la falda del monte Sipilo.
Sin embargo la historia que nos interesa ahora es muy posterior. Se remonta al año 1522, cuando todo el imperio bizantino ya se había convertido en otomano. La madre del famoso sultán Suleyman, la Valide Ayse Hafsa, se encontraba enferma. Un doctor, natural de Manisa, conocido como Merkez Efendi realizó una pasta con una mezcla de 41 diferentes tipos de hierbas y especias. La Valide estuvo tan contenta con el remedio, que encargó al médico fabricar una gran cantidad de caramelos con esta pasta para distribuirlos entre la población de una curiosa manera, tirándolos desde la cúpula de las mezquitas. Desde entonces, una vez al año, en la fiesta de Nevruz o Año Nuevo (hacia el 21 de marzo), se tiran estos caramelos desde la mezquita Sultan de esta ciudad como parte de una celebración tradicional.
Estos caramelos se llaman Mesir Macunu (pronunciados algo así como misir machiní); y pueden encontrarse en muchas tiendas de Manisa, en cualquier época del año. Su sabor es bastante curioso por la cantidad de especias que tiene, y que suele variar entre un predominio de la canela o de la pimienta. Desde luego no son los típicos caramelos, pero están buenos; aunque a algunos puede no gustarles merece la pena probarlos. Eso sí, la resina que aglutina las especias es tremendamente pegajosa, hasta el punto de que más de uno ha perdido un empaste; hay que dejarla fundirse con el calor de la boca y chuparla más que masticarla.
Las especias que componen la receta de los caramelos son: canela, pimienta negra, pimienta de Jamaica, clavo, comino negro, semillas de mostaza, cilantro, jengibre, cúrcuma, coco, hinojo, vainilla, azafrán, comino, mirra, piel de limón, piel de naranja, semillas de cardo, semillas de lino, algarroba, ortiga, pimienta blanca, semillas de uva, romero, y otras de las que no se siquiera si hay traducción.
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