La ciudad
de Mari
Se trata
de una típica ciudad de Mesopotamia a orillas de un brazo del río Eufrates, de
hace unos 5.000 años. Controlaba una compleja ruta comercial que iba desde el
país de Sumer, al sur de Mesopotamia, hasta el norte de Siria; ruta que seguía
el río Eufrates, que era paso obligado ya que todavía no se había domesticado
el camello y no podía atajarse por el desierto. Alcanzó mucha riqueza hasta que
Hammurabi de Babilonia la destruyó.
El
problema de las ciudades Mesopotámicas es el material con que estaban hechas:
adobe; y el adobe no resiste bien el paso del tiempo; por lo que es raro
encontrar muros de cierta altura.
Como los
muros se estropean fácilmente con la humedad, las pinturas que cubrían las
paredes se han retirado y están expuestas en museos.
El pequeño montículo que se ve al fondo con un pilote en lo alto es lo que queda de un ziggurat.
Aquí se supone que se ve el salón del trono (aunque según otros se trataba de una
capilla con su altar dedicado a una diosa del agua). El palacio constaba de
unas 300 habitaciones. Todavía está en proceso de excavación.
Sin
embargo, lo más apasionante de Mari, es lo que había entre sus muros; más de
25.000 tablillas cuneiformes que han revelado una gran parte de la historia de
Mesopotamia.
También
se han encontrado numerosas esculturas, muy famosas para cualquiera que haya
estudiado un poco sobre la historia de esta zona.
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